Soy
un órgano. El instrumento más grande y el más complejo, ya que
cuesta muchísimo que me interpreten. Se necesitan dos personas para
hacerlo.
A
mí me tañen muchas veces y veo a muchísima gente callando, rezando
y escuchando a un hombre vestido de blanco con apariencia mayor y
leyendo un gran libro oscuro y con una cruz dorada en una de las
solapas de la portada.
Yo
no puedo moverme, pero veo la luz del cielo a través de unas
ventanas grandes, hechas con trozos de cristales de colores formando
figuras. No veo muchas cosas pero me conformo con la luz del
exterior.
Estoy
hecho por varios teclados desde los que me manejan.
Al
lado de ellos hay válvulas para regular el paso del viento a
través de mis grandes y numerosos tubos que lucen con un tono marrón grisáceo de metal antiguo. Tengo muchos tipos de decoraciones
antiguas en relieves dorados que representan seriedad religiosa,
poder y riqueza. Las decoraciones tienen
motivos
principalmente del cristianismo católico empleando el uso de orfebrería, con figuras angelicales.
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